Cuando se escribe con dolor, pretendes que las palabras diluyan tu sufrimiento. Esperas que la aungustia de la pérdida se transforme y genere paz a quién escribe. Quizás angustia a quien lee sin entender lo que ocurrió.
Esperabamos que fuera distinto, que la pérdida no abrazara nuevamente nuestro ser. Pensamos temerosos que esta vez SI!, y de una manera arrebatada nos dijeron nuevamente NO. Espero que no piensen que entre el SI y el NO me refiera a una campaña política dictada entre el oficialismo y la oposición venezolana. Contrario a esto; el vacio y la ausencia llenó el sitio donde se albergaba la esperanza, el dolor de la pérdida.
He tratado de entender a la gente, sus procesos sociales y espirituales, y he entendido que debemos romper con ciertos patrones de la vida. Procesos que ayudarán a apreciarla con un lente más cercano a tu ser, al verdadero ser.
Después de varios años, comprendo que no había llegado a ese capítulo como para tener todas las respuesta que ahora estoy planteandome; que es difícil creer que el poder de la atracción te haya llevado a estar delante del dolor y la frustación de lo que añoraste y hoy no tienes, y que a mayores conocimientos y corrientes espirituales, mayores pueden ser tus dudas. Difinitivamnete asumo que no he aprendido nada.
Entiendo cosas simples, como que el apego no tiene el sentido práctico ni te ayuda a pasar la página. Entiendo que al vaciarse un lecho lleno de vida sin pedir permiso, entra el dolor. Ese dolor que al concientizarse, poco a poco no estará más, siempre y cuando te llenes de amor y perdón.
Hoy pido perdón al Universo y a mi Dios, les digo que les amo.
Hoy pido perdón a mi ser, y le digo que lo amo.
Ya estoy en un nuevo día, aprendimos….